El regreso del Comendador

La gastronomía en el Siglo de Oro

Andrés Añón

Tres cosas me tienen preso

de amores el corazón:

la bella Inés, el jamón

y las berenjenas con queso

                Baltasar de Alcázar

VELÁZQUEZ, Vieja friendo huevosLorenzo Díaz, autor de varios tratados sobre la alimentación y sociología de la vida cotidiana española, comenta en uno de sus libros que cuando en el Imperio Español no se ponía el sol, en muchas casas no se ponían los manteles. El Siglo de Oro está dividido entre los grandes tragaldabas y los pícaros framélicos en eterna búsqueda de la sopa boba. Somos gente que comemos un puerro y representamos un capón decía Quevedo. Las figuras del pícaro buscavidas, del hidalgo con su palillo en la boca disimulando el hambre y del noble tragón forman parte del paisaje cotidiano que tan obsesivamente han representado los autores del XVII. Y esta misma literatura describe una cocina suculenta, una despensa llena de carnes y pescados, la utilización profusa de especias y hierbas aromáticas, el arte de la confitería y la bondad del vino. Cervantes en su entremés El rufián viudo relata una merendola en una fiesta popular:

“Hay regodeo, hay merienda

que las más famosas cenas

ante ella cogen la rienda:

cazuelas de berenjenas serán penúltimas ofrendas,

hay el conejo empanado por mil partes traspasado

con saetas de tocino;

blanco el pan, igual que el vino

y hay turrón alicantado.”

Son numerosas las recetas de la época que incluyen adobos, bacalaos -llamados de vigilia-, el ajoarriero, las calderetas, estofados, ollas, potajes y cocidos. Los escabeches, gachas, migas y salpicones. Las natillas, mostillos, mantecados, confituras y mazapanes. Entre los tentempiés estaban los torreznos asados, la sangre encebollada y las alitas de pollo.

Estos bocados de comida hecha se expendían en los bodegones llamados “de puntapié”. Para comer estaban los mesones y los figones, eran éstos últimos casas de comida frecuentadas por pícaros para sus asambleas y timbas.

En nuestro folklore aragonés son numerosas las referencias a la gastronomía y, por supuesto, a la generosidad aragonesa. Sirva como ejemplo esta antigua jota de Ambrosio Ruste:

“De convidame a comer,

haslo como en Aragón:

güen ternasco, güenas magras,

y güen vino del porrón.”

Estamos seguros de que El regreso del Comendador va a ser un buen día para poner a prueba la excelencia del recetario masino y el buen gusto de los paladares.