Conversamos con Carlos Serrano, del
Rolde de Estudios Aragoneses
Si preguntas
por la revista Rolde, así, a secas, te diré que se trata de una
publicación cultural, una revista miscelánea de cultura aragonesa, donde tienen
cabida textos de investigación, divulgación, creación literaria y artística...
pero realmente la revista Rolde es un elemento más (eso sí, de gran
importancia y significación) de un proyecto más amplio: Rolde de Estudios
Aragoneses, asociación dedicada desde hace más de 35 años a la difusión y
promoción de la cultura aragonesa, en sus más variadas manifestaciones, desde
una óptica plural, abierta, y a través de diferentes proyectos: un sello
editorial (con un catálogo de cerca de 200 libros), exposiciones, ayudas a la
investigación, jornadas y seminarios, actividades de difusión en sentido
amplio...
Es una
revista enfocada a los Estudios Aragonesistas,
explícanos un poco esto para que los que no se hayan acercado todavía a Rolde,
le cojan un poco de ganas…
La
asociación ha tenido siempre una especial sensibilidad hacia la investigación
sobre la historia del aragonesismo político y cultural, las realidades identitarias, etcétera (al fin y al cabo, su propia
historia está imbricada en ese mundo). De hecho creó en su seno un “Archivo de
Aragonesismo Contemporáneo”, desde el que, además de la labor documental, se
han impulsado investigaciones y editado publicaciones. Entre otras cosas, ha
sido importante la labor realizada en relación con la recuperación de los
nacionalistas aragoneses de preguerra. La revista Rolde, puntualmente y como es lógico, se ha hecho eco de trabajos
relacionados con estos temas, aunque sus intereses y su ámbito de acción son
más amplios (dirigido sobre todo a áreas de ciencias humanas y sociales:
historia, literatura, filología, derecho, economía, etc.).
La revista Rolde
lanza su primer número en noviembre de 1977, y la asociación editora se había
formado unos meses antes (aunque sus estatutos no serían legalizados, y por
tanto la asociación formalizada como tal, hasta 1980). Esa referencia temporal
ya puede darnos idea del momento tan crucial en el que nace. En plena
ebullición por las libertades tras la muerte del dictador, en pleno proceso
constituyente, con el proceso autonómico todavía en pañales. Rolde de Estudios
Nacionalista Aragonés surge en medio de todo eso como una entidad muy
reivindicativa (la primera en autodenominarse “nacionalista” desde los años
treinta), definida en la izquierda, y
muy crítica con la forma en que se gesta y se da luz al Estatuto de
Autonomía de 1982.
Posteriormente,
cuando, mal que bien, ya hay un Estatuto, unas elecciones autonómicas, una
normalización democrática y una consolidación del sistema de partidos
(incluidos los que dan voz a problemas y denuncias que la asociación había
planteado anteriormente)... la asociación percibe que hay cauces políticos para
todo eso, y que RENA debe centrarse en lo más estrictamente cultural (aunque
sin perder el horizonte aragonesista y progresista
que llevaba en su carnet de identidad). Así, a lo largo de los ochenta y
primeros noventa, la asociación crece, la revista Rolde diversifica sus
contenidos, reconvierte su nombre al actual, Rolde de Estudios Aragoneses (sin
la N de Nacionalista), entra en la asociación gente no estrictamente vinculada
a las movidas autonomistas más reivindicativas de los setenta y primeros
ochenta, pero sí con una inequívoca inquietud por la cultura aragonesa y en ese
horizonte que comentaba antes.
Esto explica
que, por ejemplo, cuando en torno al año 2000 la asociación decide crear en su
seno un centro dedicado a la investigación y a la divulgación sobre la
despoblación y el desarrollo rural, se hace porque existía ya una línea de
trabajo previo sobre esos temas, una preocupación evidente por la especial
incidencia de ese problema en Aragón, las consecuencias de pérdida de identidad,
de patrimonio, etcétera, pero se hace con una vocación mucho más amplia,
trascendiendo el marco aragonés, publicando y dando ayudas a investigaciones
que versan sobre otros territorios, o intercambiando publicaciones y
experiencias con entidades del resto del mundo. Hoy día, el Centro de Estudios
sobre la Despoblación y Desarrollo de Áreas Rurales (Ceddar),
gestionado desde la humildad de la asociación que le da cobertura, edita una
revista académica de referencia internacional que cuenta con profesores de
universidades del extranjero en su consejo de redacción.
¿Cuál es
el presente, hoy por hoy, de Rolde?
Echas la
vista atrás y ves una trayectoria impresionante: de publicaciones, de debate,
de análisis... y sobre todo de cientos de personas que siguen soportando a la
asociación con sus cuotas, con su colaboración desinteresada, etc. Eso es lo
que da fuerza para seguir en la brecha, sin pretender vivir de las rentas (que
además es imposible), pero con la conciencia de que si hoy día Aragón es un
país más justo, más libre y más culto que hace treintaitantos
años (que lo es, aunque ahora se nos ponga el cierzo en contra para tantas
cosas y siga habiendo tantas asignaturas pendientes de solución), pues algo
habremos tenido que ver en eso. Eso da fuerza porque, ya sabemos, las
circunstancias en las que vivimos no son precisamente halagüeñas, con la
operación de acoso y derribo a la cultura (entre otros muchos valores y logros
de las últimas décadas), con la crisis económica tan cruel y corrosiva...
Partiendo de
esas circunstancias negativas del presente, y que por desgracia prometen ir
para largo, es inevitable contemplar el futuro con cierta angustia, pero
también como algo rico en retos y en objetivos. Garantizarse un recambio
generacional, rejuvenecer la masa social, conectar con ámbitos sociales y
culturales con los que no ha habido quizá demasiada relación, afrontar temas
como el cambio de formatos y soportes de lectura, el mundo digital, la
presencia en redes... sin traicionar algunas cosas que forman parte del adn de la asociación... El futuro se antoja rico en
desafíos.
Hoy:
¿quién forma Rolde?; ¿cómo os distribuís el trabajo y cuál es la dinámica de
trabajo?
Rolde, la revista cuenta con un consejo de
redacción, algunos de cuyos miembros son también miembros de la junta directiva
de Rolde de Estudios Aragoneses. La asociación, Rolde de Estudios Aragoneses,
cuenta con unos 400 socios: hombres y mujeres que pagan su cuota anual. El
órgano rector, como es habitual, es una Junta Directiva, cuyos miembros, a su
vez, se distribuyen distintas áreas: “Publicaciones”, “Sección de Lenguas
Minoritarias”, “Archivo de Aragonesismo”, “CEDDAR”, “Revista Rolde”. Esas áreas
también cuentan con socios, “adjuntos”, que participan en tareas de planificación,
consulta, etc. Generalmente las áreas o secciones de trabajo proponen acciones
que después son decididas en Junta Directiva y refrendadas en asamblea de todos
los socios. Otros socios colaboran en tareas puntuales o en secciones de
trabajo (pero son pocos: ese es otro reto, implicar más al asociado en los
trabajos cotidianos de la asociación). Las revistas (Rolde y Ager, del CEDDAR) cuentan a su vez con órganos
colegiados (consejo de redacción, comité asesor...). El trabajo cotidiano y, en
gran medida, ejecutivo, recae en una persona empleada que desempeña labores de
gerencia y coordinación. Si no, sería complicado.
¿Qué
publicaciones destacarías en los últimos tiempos de Rolde?
No es
cuestión de desmerecer otros trabajos. Tal vez podamos destacar (sobre todo
también, porque tiene bastante que ver con el trabajo que lleváis a cabo en
Cazarabet) la colección “Aragón contemporáneo”, que dirige Julián Casanova, y
que después de dedicar monografías de especialistas en relación con los
republicanos aragoneses en la Segunda Guerra Mundial, las huellas de los
italianos en la guerra civil, o las raíces “aragonesas” del
nacionalcatolicismo, está preparando una coedición con Crítica acerca de las
responsabilidades políticas en Aragón. Dentro de la línea de trabajo del Ceddar, este año hemos sacado una publicación muy atractiva
y rigurosa sobre despoblados en la provincia de Teruel. En relación con la
importancia que se ha dado siempre desde la asociación a la realidad
lingüística aragonesa, también merece la pena destacar la coordinación de la
obra “El aragonés, una lengua románica”, que fue sacando El Periódico de Aragón
en fascículos durante la pasada primavera, y tuvo una notable acogida, o el
haber llevado este otoño último, teatro en aragonés y en catalán al público de
Zaragoza (y con éxito, por cierto).
También nos
preocupan cosas que tienen su simbolismo, y que desmienten la idea de que la
preocupación por lo propio sea incompatible con ideas globales y universales:
Desde hace unos años, venimos organizando con Amical de Mauthausen, en las
Cortes de Aragón, el acto central en nuestra comunidad autónoma de la
celebración del Día Internacional en memoria de las víctimas del Holocausto.
Algo que debería ser asumido por instituciones públicas, y que finalmente es la
sociedad civil, a través de una asociación cultural, la que sin casi recursos,
se preocupa de mantener vivo ese recuerdo. En cualquier caso, es algo de lo que
estamos muy orgullosos.
Los
fundadores de Rolde de Estudios Aragoneses a mediados de los setenta, tenían su
referencia en esa gente, algo mayor que ellos, que se preocupaba por sacar a
Aragón de la miseria moral en la que se encontraba, por su óptica progresista
de los problemas del país. Luego muchos de ellos han sido, y siguen siendo,
socios y colaboradores de REA. Persiste por tanto una especie de relación de
hermandad, en la que Andalán es el hermano mayor,
claro. Los tiempos no son los mismos hoy que hace cuarenta años, pero como
decía Labordeta, “siempre queda alguna batallica por
ganar”, siempre hay problemas, asignaturas pendientes, y esa tensión es la que
mantiene la actividad. Y en ese sentido, Andalán
sigue siendo una referencia importante para nuestro trabajo.
¿Y desde
la huella, imborrable, que dejó “nuestro abuelo” Labordeta?
Labordeta
fue socio de REA, colaboró con la revista, fue amigo de la asociación y fue
generoso con ella. Realmente, lo que hizo fue trasladar a Rolde la misma
humanidad y generosidad que siempre derrochó con todo el que tuvo cerca. Cuando
murió dejó un hueco, en muchos sentidos.
¿Qué
relación tiene Labordeta con el aragonesismo político: en el pasado, en el
presente y cuál crees que va a ser la relación en el futuro?
Esa pregunta
debería ser contestada mejor por algún representante de alguna línea política
del aragonesismo. Lo que está claro es que él siempre respondió a una
sensibilidad de aragonesismo progresista, de izquierdas, y por tanto es lógico
que representase en Cortes al partido político que representó. Sí es cierto que
Labordeta era más que eso. No era un político al uso, era un hombre con una
llaneza y un sentido común paradigmáticos, y mucha gente se sentía representada
por él, incluso aunque no le hubiesen votado, e incluso gentes de otras tierras
deprimidas de España... Hay que evitar crear mitos, hay que huir de tótems,
mesías y guías espirituales. Lo que sí está claro es que si queremos progresar,
de alguna manera, la referencia de Labordeta, aunque sea simplemente por esa
forma de hacer política desde la calle y por esa honestidad vital, debe ser muy
tenida en cuenta.